Cansado de cables que se cortan, que se sulfatan por intromisiones de ingentes cantidades de agua tras lluvias devastadoras, y de lo que es peor aun, de reiteradas sustracciones de los susodichos cables (Je! Bienvenidos al primer mundo...) y desperfectos varios asumidos por la compañia telefónica, he optado por la internet inalámbrica, que hasta ahora me ha respondido decentemente. Esperemos que la "onda no se corte".