EL ARTE DE GRACE

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miércoles, 30 de enero de 2013

Whiskys trasnochados



 


En esta terriblemente calurosa trasnoche de fines de enero, densa y transpirada, mientras vos dormís (espero por favor que sin pesadillas) y seguramente ella también, tan dulcemente como lo hace siempre, yo me debato escuchando esta radio pedorra de internet entre las idénticas vísperas de lo que ya sucedió. 
Un poco más quemado que antes, con un whisky entre manos. ¿Porqué?
¿Porqué el whisky y no una teta? (ja! ya me traicionó el edipo) O un muslo, un cuerpo, un ser que de alguna manera comparta mis dolencias crónicas y alegrías efímeras de ser viviente, que comparta mis goces públicos y secretos.
Porque aquí es donde se convergen las paralelas y la absurda paradoja de la existencia toma forma.
En esta sociedad si hacés lo que querés, lo que te venga en gana, te castigan. Reacciona y actúa como los papás que te marcan el camino a rebencazos más que con acciones de amor. Y lo mas triste es que son aquellos que te rodean los que, cual marionetas de un ente superlativo invisible pero omnipresente, te amonestan y tratan de encarrilarte (ni siquiera encaminarte, el camino se hace al andar; los carriles son los rieles que ya están trazados) hacia lo que supone debería ser lo "correcto", trátese de tu vocación, de tu manera en que se te canta sentir y vivir tu vida, en tus preferencias sexuales, bah...en todo al fin de cuentas. Porque asi se quedan tranquilos y no deben inquietarse con anormales (en el sentido justamente de evitar adaptarse a las normas que dicta la "normalidad") que pululen en sus cercanías. Y eso es cruel, muy cruel. Porque aquellos que una vez te inspiraron confianza, empatía y seguridad se te vuelven en contra y comienzan a formar parte de las huestes enemigas, de los parapléjicos espirituales, de los pelotudos imperdonables, de los ortibas despreciables, de los soldaditos del sistema.
Yo lo he vivido una y otra vez. Manteniendo mi perfil bajo he conseguido sobrevivir tristemente, e infelizmente.
Y cuando dije "NO" rayos, centellas y cachuchas celestiales llovieron sobre mi endeble testa.
Y ahora se me repiten las mismas encrucijadas que tal vez una vez logré evitar.
Seguramente nuestros destinos están marcados.
Si continúo evitándolo, volveré a ser tan solo otro ladrillo de mierda en esta pared de mierda que insiste en contenernos, en el más terrible sentido de atraparnos y asfixiarnos.
Odiaría formar parte de tus pesadillas, porque tienes la virtud de exorcisar las mías.
Por eso si fatídicamente estás de nuevo ahora, algo debe ser. (esas ingobernables
fuerzas del destino)      


    

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