EL ARTE DE GRACE

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viernes, 18 de enero de 2013

Omar estudiando las estrellas


A principios del año pasado tuve la suerte de conocer la otra orilla, el lado opuesto del Río de la Plata.
Ahí nomás y un poco alejado del centro de la hermosa ciudad de Colonia vislumbré un cielo nocturno (rodeado de un silencio arrullado con el croar de ranas y con el canto parsimonioso de los grillos) como no disfrutaba desde hace tiempo. Me hizo recordar los tiempos de la niñez en mi casa paterna, donde la noche aún no estaba contaminada con la cacofonía y con la luminaria pública del supuesto progreso. Lamenté entonces no tener mi telescopio a mano, ya que donde resido cada vez se hace más dificultoso desentrañar el cielo nocturno ya sea por la maldita luminaria vecina y el smog, amén de los árboles que, por suerte me rodean, pero me cubren gran parte del cielo.

Mirá hacia arriba, ves el cielo. Ves el cielo?
Bueno, fuera de toda caja (out the dammed box) vislumbras el celeste/azul si de día se trata, y la negritud salpicada de estrellas y de luz de luna, si hay luna, siempre que de noche sea.
Seguro que si te encuentras en la ciudad solo verás un manto grisáceo teñido con el resplandor de las luminarias artificiales con un par de estrellas aquí y allá (las de mayor magnitud) y si en cambio andas por el campo ó la sierra podrás deleitarte con un hermoso y verdadero cielo nocturno.
¿Pero que tanta seguridad tienes que ahí dónde nada ves, por ejemplo en el espacio entre estrellas, realmente no hay nada?
O si de día estamos hablando, ¿que sólo hay un manto celeste con alguna que otra nube si se trata de un día despejado?...
Tal vez con todo sucede lo mismo: ves a una persona y ves un cuerpo físico, con un rostro y brazos y piernas, que habla y se mueve como tú lo haces. Pero bien sabes que eso no es totalmente cierto, ya que detrás de su apariencia física se oculta todo un universo.
Con el cielo ocurre lo mismo:
Y ahí en la noche, donde solo ves oscuridad, hay miles de millones de astros que escapan a tu visión.
Mirá sinó: (se puede clickear sobre las imágenes para verlas mejor)


 

  • Un cielo medianamente estrellado, donde se destacan Canopus, Sirio y Proción…



  • Ahora hemos bajado la contaminación atmosférica y aumentado la visión….



  • Y seguimos mejorando la calidad de nuestro telescopio virtual…..aparecen muchísimas estrellas que antes no veíamos ahí.



  • Ahora la cosa se puso más que interesante con un enjambre de luminarias celestes, que llenan por completo la bóveda nocturna….parece el cuadro de Van Gogh “Starry night”, ¿no es así? Seguramente el gran pintor tenía la sensibilidad necesaria como para intuir semejante manifestación sideral.

Aún de día las estrellas siguen estando y continúan recorriendo la bóveda celeste, lo que ocurre es que su luz es eclipsada por la del sol.
Miremos:



  • Un hermosa panorámica, pasado el mediodía…..con un cielo despejado sin nada que ver en el mismo más que el velo celeste……



  • Y levantando dicho velo….oppps! el sol rodeado de multitudinarios otros soles…. (por ahí andan también la Luna, Marte, Venus, Mercurio y Saturno)

Entonces donde no parece haber nada se ocultan a nuestros sentidos muchas cosas, más aún que las que podemos imaginar. Y esto de por sí es maravilloso, porque significa que somos pequeñitos pero que no estamos tan solos como a veces creemos.
Desentrañar el universo, ó al menos intentarlo, nos hace bien como seres que le pertenecen y que lo reconocen.
Y cuánto más conoces, más te das cuenta que siempre hay cosas por saber y aprender. Y cuánto más aprendas del tejido cósmico que te sostiene y que te da forma, más aprenderás de ti mismo.
Je! Así de simple…
Aunque mi amado Omar Kayyám decía:

El mundo inabarcable: un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia de los hombres: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras
El fruto de tu constante meditación: la nada.

Admitamos que hayas resuelto el enigma de la Creación.
Pero, ¿Conoces tu destino?
Admitamos que hayas despojado de todas sus vestes a la Verdad.
Pero, ¿Conoces tu destino?
Admitamos que hayas vivido feliz durante cien años y que cien otros te esperen todavía.
Pero, ¿Conoces tu destino? 


Mi alter ego estudiando...


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