EL ARTE DE GRACE

EL ARTE DE GRACE
El Mandala que te libera, vete con él clickeándolo

viernes, 26 de febrero de 2010

...Ta! qué viejo, che! (Roger Waters en River 18-03-2007)

Vuelvo a postear (con fotos nuevas) ésto que se perdió en el bendito Yahoo360-Beta cuando lo dieron de baja, y como estoy escuchando Uriah Heep (un gran grupo de los ´70 subestimado que aún siguen tocando, por fin con el merecido reconocimiento) imploté hacia la dimensión musical y decidí rescatar ésto que me inspiró el supremo recital del ex-Pink Floyd en el 2007 cuando vinó por estas latitudes a demostrar que la música trasciende las coordenadas espacio-temporales:


No existía ni Charly García. (Bueno...sí: apenas un pendejito que estaba aprendiendo a tocar folklore). Solo las primeras radios a transistores. De Am (Amplitud modulada). De la FM...ni hablar. Ni siquiera se imaginaba la calidad del sonido transmitido en esa banda de frecuencia radial. Los Beatles... en pleno comienzo. Ni siquiera sé si la palabra beatlemanía todavía se había pensado.
Yo recuerdo, eso sí unos años después pero la misma época, la misma década, los sonidos que venían del otro lado del río en pleno carnaval del club social de Paso del Rey, pleno verano que dormíamos en el suelo del comedor y las ventanas abiertas por el calor. Y recuerdo muy bien ese sonido: rock´n´roll. Sonido eléctrico amplificado. No era el folklore ni la música clásica que escuchaba mi viejo por la radio Nacional ó Provincia. Era algo nuevo, excitante.
Pero no se sabía de la Psicodelia, ni del Beat ni del hippismo, aún era un germen. Solo el rock´n´roll de Elvis, el twist, la nueva ola del club del clan por estos lares. ¿Que era de Syd Barret, de Waters que nos visitó este fin de semana, de Jimmy Hendrix, de Jimmy Page...de Ozzy Osbourne?
Todos púberes seguramente tocando sus primeros rocanroles...no existía más.
Sonido estéreo? aún toda una novedad. Vinilos gruesos y púas de zafiro...cuando no algún disco de pasta...aún así el sonido valvular analógico había alcanzado unos standares bastante elevados. Claro...del sonido digital ni en sueños.
Por aquí mucha cumbia original, mucho bolero, los pibes con la nueva ola...y pleno auge del folklore con su gran fiesta anual de Cosquín.
Hace tanto pero tan poco. 40 y tantos años...casi medio siglo. Mucho o escaso de acuerdo a como se mire. Julito Sosa que recién se moría y la sombra imbatible e imperecedera de Gardel. Un Piazzolla comenzando recién a hacer trizas las supersticiones tangueras. Y seguramente los Siam DiTella recorriendo las calles empedradas de Buenos Aires (y no de Baires como dicen ahora) como taxis flamantes. Esos mismos que llegué a ver por el ´69 en plena madrugada porteña.

¿Qué es el tiempo sino un caracol que se espirala sobre sí mismo y saca sus cuernitos cuando menos uno lo espera? ¿Qué son Los Beatles para un pendejo hoy en día, qué son para mí que me llegaron con delay, qué para quién los vivió en tiempo exacto y qué para Mahler que jamás los escuchó, ni tal vez los imaginó?
Con Mahler justamente comenzó el recital de Waters en Ríver...y de eso y de todo es de lo que quiero hablar. Y no escribir. Porque como dice Enrique Syms, la palabra escrita mató a la conversada. Uno quiere hablar, compartir a través de la pasión y la sensación del sonido del lenguaje y de la conversación y no escribir como si fuese un albacea de los registros mortuorios del latido original de la vida.

Cuando Waters arrancó con "In The Flesh", aquella memorable canción con que comienza "The Wall", supongo que de manera un tanto irónica como es su estilo, me estaba diciendo:"Bienvenido a ese show de rock´n roll que hiciste parte de tu piel y de tu existencia, bienvenido a esta mentira tan bien producida y que tanto deseaste creer, bienvenido a la vanidad disfrazada de sonido surround, fuegos artificiales y efectos lumínicos, bienvenido a tu propia mentira..." Y ahí nomás tantas ganas de llorar, como cuando hace 24 años. Y Ya no escuchándolo en un vinilo, en un cassette con el walkman, en la película de Alan Parker, sinó a Él mismo ahí enfrente mío en el mismo espacio y tiempo.
Y el tiempo al fin y al cabo no es más que un travieso caracol que se arremolina y aparece cuando menos te lo pensás para hacerte acordar de su propia irrealidad. Y por lo tanto de la tuya también.
Es a cada instante todo original? O todo de alguna manera se repite?
O lo que es peor, nada vuelve a ser lo mismo? Lo que imposibilitaría abarcar y comprender en su justa dimensión cada hecho acontecido.
El Waters que tocó el domingo "Set the controls for the heart of the sun" no es el mismo que lo tocaba el el `68 y el tema y la disposición de los sonidos, aunque matemáticamente iguales, no son los mismos ni significan lo mismo. Es como si uno asistiría realmente a una imagen reflejada de la esencia, es este caso del tema musical.
Sabemos que la música es la más abstracta de las artes, y que una nota no se toca igual dos veces de la misma manera. Y aún más: ni siquiera se la escucha dos veces de la misma manera. ¿Qué podemos entonces decir de los recuerdos y de las sensaciones que éstos nos producen? Y cuando lo ví y escuché tocar a Waters me acordé de lo que sentía a mis 15 años cuando llegó a mis manos y gracias a mi hermano "The Dark Side Of The Moon", de mi viejo que protestaba por la música tan alta que salía del Winco Estéreo (púa de cristal y amplificador valvular doble triodo y bafles separados cada uno con un único parlantito de rango extendido), de la revista de audio que compraba mi viejo en la que había salido extrañamente una nota sobre el disco de Pink Floyd y que yo devoraba regodeándome con las escasas fotos en blanco y negro de sus integrantes (pantalones oxford y zapatos enormes con plataformas, y lo más: sus largas cabelleras por los hombros) en un recital. Y todas esas imágenes de mi adolescencia se mezclaban con el increíble sonido envolvente del estadio con un cielo tenuemente estrellado (ya sabemos que en la ciudad las estrellas brillan opacas) y en un ambiente impregnado como nunca ví de una serenidad mágica. Todo el estadio viajando en mundos paralelos, todo el estadio viajando en la irrealidad de las sensaciones, todos juntos y a la vez todos en su propio universo interior.

¿Y Waters tiene algo que ver en esto? ¿O mientras a uno se le sucedían sensaciones el quía estaba pensando en la milanesa con fritas que se iba a lastrar después de tocar? Muy probablemente; todos creemos que el artista canta para nosotros en tanto personas, que comulga con nuestro estado de ánimo mientras lo escuchamos...pero bien puede ser el cuerpo, las manos de Waters tan solo el instrumento coordinado por su parte de cerebro de músico, y su alma tan solo eso: su propia alma que nada tiene que ver con nosotros. Y ahí radica el misterio de la música, tan abstracta es que ni siquiera depende de sus ejecutantes. Tomó a Waters en tanto vehículo de su expresión y vive y renace en nosotros reflejando en cada ser sus propias connotaciones. Claro...hay que saber erigirse en semejante vehículo, casi como cumpliendo un rol sagrado. Nada más y nada menos que el de generador y difusor de los enigmáticos y maravillosos sonidos que componen cada tema musical.

Y recuerdo a mi viejo con sus revistas de Folklore y sus intentos de tocar la quena (luego más tarde en mi adolescencia también la guitarra que yo le hurtaría cuando Él se iba al trabajo para aprenderme las primeras canciones de rock nacional, los primeros temitas ), las tardes de sábado de música clásica en la radio, Los Beatles sonando en el tocadiscos del vecino (gracias Patri, gracias Koki) y los tangazos también, Juan Ramón en la "Tonomac 7 transistores" con onda larga y onda corta (mucho antes de la "Noblex 7 Mares") en la audición que escuchaba mi vieja mientras lavaba la ropa en la pileta con bomba de agua, la cortina musical de Odol en la que "la luna le alababa la brillante sonrisa al sol" y que Yo ni bien la escuchaba me venía corriendo al pié de la repisa donde estaba ubicada la radio para canturrearla, en esa cornetita que me había tocado ejecutar en la banda musical de la primaria y que nunca entendí ni me causó ni el más mínimo interés y en los dibujitos de Los Beatles que pasaban por canal 2. Ya comenzaba Syd Barret con Floyd, ya explotaba esa semilla que me iba a contaminar.

Apenas siete, ocho años. Ahora a mis 47, Syd ya se fué y Floyd no está. Pero Waters sigue tocando esos viejos temas y los cuernitos del caracol aparecen de improviso y me rozan trasladándome a un tiempo y a un espacio diferentes.
Brilla Tú, diamante loco, que tu brillo desliza, derrite y relativiza el tiempo y el espacio que nos ha tocado permanecer sobre este planeta.

Gracias Roger!

PSD: Y gracias Bichi, por comprarte las entradas!





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo estuve esa noche en Velez. Sep. Un rayo cayó por detrás del escenario y nunca supe si fue un efecto buscado. De todos modos... estuve ahí... waiting in the sand because I have to know... have I been guilty all this time?

Mistiquemoon dijo...

Lo del rayo si no me equivoco fué precisamente como bien dices en Vélez,en su primera visita,en el "In the Flesh Tour", en 2002.
Yo me refiero al recital de Ríver en 2007, donde presentó "El Lado Oscuro de la Luna" en versión completa, además de otro set con grandes clásicos de Floyd y de su etapa solista: una maravilla.
Tú en 2002, Yo en 2007...y Waters en ambas ocasiones para sacarnos el peso de encima,y así poder desplegar las alas para volar hacia "the blue sky".

Anónimo dijo...

Tener un día DINAMITA mi amigo!

Anónimo dijo...

hola, Chicos, Muchas gracias por escribir esto, era increíblemente informativa y me dijo que una tonelada